5/01/2014

Cuaderno de doble cara.


Era una tarde extraña. El día anterior lo fue más aún. Había esperado con gran incertidumbre la noche. Sí, últimamente mis miedos a la oscuridad se habían acrecentado. Y era en parte porque ella me había robado, y se había excedido conmigo incontables veces. Manoseada, por el alcohol, y la humarada, me fui perdiendo, perdiéndome a mí misma. El ocio ya no era ocio, era suciedad. Esa noche en especial, cargaba conmigo un cuaderno de doble cara: Un lado para el bien y el otro para el mal. Nadie más habría podido alcahuetearme tal disparate. Él me adoraba, casi igual como ahora me ignora. Cuando dejó de ignorarme porque ya no me adoraba, supo, y no tuvo remedio más que alejarse de mí. Dualidad que en parte contribuyó a mi autodestrucción.

El sexo me parecía un escape, una droga; el alcohol un facilitador. Sin saberlo, esa era la última de repetidas noches en que me haría daño, peor aún, en que disfrutaría hacerlo. La mañana siguiente, despertando de nuevo en un lugar extraño, y sin distractores en las venas, supe en el mismo instante en que abrí mis ojos que la había cagado una vez más. Me dolió como una puñalada de mi mejor amiga, y con el mismo descaro tuve que disimular mi descontento conmigo misma. Y tomar la situación con tranquilidad, tan frívola, que lograba ignorar lo culpable que me sentía. Él tipo con el que había pasado la noche me regalo unas gafas, supongo que mi resaca era evidente. Agarre el cuaderno que yacía sobre una mesa empegotada, por alguno de los facilitadores, digo, tragos. Camino a mi casa no me atreví siquiera a abrirlo. Me temía tanto, desconocerme en aquellas páginas…

Tenía que hacerlo. Así que tomé valor y comencé a leer. A penas y podía entender los jeroglíficos de las últimas páginas de esa noche. Los facilitadores comenzaron a dificultarme la escritura, al parecer. O más bien parecía como que esa no era mi letra. Pero lo era. No pude evitar compararlo con las voces extrañas que emite una persona poseída, que evidentemente no le pertenecen a ella sino a su demonio.

-Hazlo, tú sabes que quieres hacerlo.

-No lo hagas, vete a tu casa, vete a dormir.

Pude traducir luego de intentar no hacerlo por un rato. Dios mío!. Estaba totalmente fuera de mí. Pero consciente para dejar pruebas. Ahora no me pareció tan disparatado aquel regalo. Me sentí asqueada, y totalmente chiflada. Arranque las hojas, como si arrancándolas, fuera a olvidarlo. Pero no. Hoy no me olvido de eso. En parte porque esa misma tarde, de ese día. Conocí una de las personas que más he amado en mi vida. Con la que pude reconciliar todos mis conflictos, y fui inmensamente feliz.

El cuaderno me hizo entender que no podía seguir en discordia con mis sentimientos, y que más bien debía ser solo una. Y lo soy.

Mi nombre es MªL


Y soy todo lo que amo, y lo que odio, en simultánea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario