3/09/2015

Reflexiones personales

Correr, escapar, no voltear a mirar atrás. Dejar, Soltar, avanzar, tropezar y volverse a levantar. Puedes huir pero no esconderte. Al menos no de ti, no de tus culpas, tus penas, tus defectos. Cuando escapas no estás solo, estás contigo mismo y muy pocas veces han estado tan a solas. Mucho tiempo para hablar, recriminarse, pelear. Pero también para amarse y darse cosas, conocerse mejor, evolucionar, corregir, perfeccionar sin abusar. Llega ese momento en que te sientes feliz y tranquilo: Solo. Y aun así, no es suficiente. Sigues extrañando a tus amigos, tu familia, tu perro. El otro. Porque ¿de qué te sirve ser una mejor persona, sino puedes compartirlo? Hablo por mí cuando digo esto, y es que no tiene sentido una vida en la que te ames a ti mismo solamente. Eventualmente ¿qué vas a hacer con tanto amor reciclado y reutilizado en ti mismo? Sería como respirar el mismo aire siempre, y terminaría por volverse tóxico para el alma. El ser humano está hecho para dar, y por eso los egoístas por más que se lo crean no son felices. Yo, yo, y yo. Es una premisa incongruente en un mundo donde hay más personas, donde vienes de otro, naces con otro, o das a luz a otro. El yo absoluto solo podría funcionar en la tumba, porque ni en el vientre. La naturaleza se las arregla para desmentir aquella frase, de que solos llegamos y solo nos vamos. Por mi parte llegue con otro, ¿cómo puedo querer una vida sola, si siempre estuve acompañada?. Como no desear envejecer con otro, tener hijos, que me den nietos. Esta soy yo, a la antigua, si les parece. Pero sé que por más que haya logrado o logre encontrarme, estando lejos, siempre voy a necesitar de ellos. ¿No se necesita de otro para ser feliz? No solo lo necesitas, lo deseas, no en vano es ese el ciclo de la vida. Respeto su posición de querer vivir, y morir solos, de saltarse eso de la reproducción. Pero no se las den de evolucionados, que al fin y al cabo, el egoísta por obvias razones tiende a desaparecer de este mundo.


MaL