10/07/2014

Diario de Viaje

De extranjeros, extraño, y extrañarse.
6 de octubre,
Basta con escuchar atentamente a las personas que tengo cerca para entender que ya no es mi casa, que es la casa de todo el mundo. Ser el extranjero, el extraño. Extrañarse de los acentos, comportamientos y las manías de esas nuevas personas, extrañarse uno mismo cuando era dueño y señor de su hogar, y ahora siendo un donadie, y un dontodo también. Aquí al parecer el extranjero no es extraño como en mi casa, es incluso más común que el nativo de esta tierra. De tierras fértiles y verdes abundantes aterricé en lo árido y sepia del mediterráneo. Cosechas geométricas pero sobre todo, tierras desérticas llamaron inmensamente mi atención.

Barcelona, El hormiguero
7 de Octubre

Si ayer toqué tierra, hoy viajé bajo ella, por pasajes que se asimilan a un hormiguero. No solo por su construcción, también por las hormigas, digo personas. Algunas con bastante prisa, otras perdidas como aquellas que se salen de la fila (yo podría ser una de ellas) con mapa en mano, y mirada atenta para no irse a perder de la colonia española, digo, catalana (Porque esto es Catalunya). Luego he salido por un hoyo, y me he encontrado un enorme corredor que me lleva hacia el puerto. Se me pareció a Carabobo, solo que sin gente que te quiere meter a la fuerza a bodegas de bluyines. Alguien me dijo claramente que no debía comparar, pero a mi casa me gusta recordarla en lugares comunes. Porque hasta ahora esta ciudad es una Medellín con mar.

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