De extranjeros, extraño, y extrañarse.
6 de octubre,
Basta con escuchar atentamente a
las personas que tengo cerca para entender que ya no es mi casa, que es la casa
de todo el mundo. Ser el extranjero, el extraño. Extrañarse de los acentos, comportamientos
y las manías de esas nuevas personas, extrañarse uno mismo cuando era dueño y
señor de su hogar, y ahora siendo un donadie, y un dontodo también. Aquí al
parecer el extranjero no es extraño como en mi casa, es incluso más común que
el nativo de esta tierra. De tierras fértiles y verdes abundantes aterricé en
lo árido y sepia del mediterráneo. Cosechas geométricas pero sobre todo,
tierras desérticas llamaron inmensamente mi atención.
Barcelona, El hormiguero
7 de Octubre
Si ayer toqué tierra, hoy viajé
bajo ella, por pasajes que se asimilan a un hormiguero. No solo por su
construcción, también por las hormigas, digo personas. Algunas con bastante
prisa, otras perdidas como aquellas que se salen de la fila (yo podría ser una
de ellas) con mapa en mano, y mirada atenta para no irse a perder de la colonia
española, digo, catalana (Porque esto es Catalunya). Luego he salido por un
hoyo, y me he encontrado un enorme corredor que me lleva hacia el puerto. Se me
pareció a Carabobo, solo que sin gente que te quiere meter a la fuerza a
bodegas de bluyines. Alguien me dijo claramente que no debía comparar, pero a
mi casa me gusta recordarla en lugares comunes. Porque hasta ahora esta ciudad
es una Medellín con mar.
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